En momentos de estrés o preocupación, es común que busquemos consuelo en alimentos dulces. Este impulso puede tener raíces profundas en nuestro bienestar emocional. Mientras navegamos por situaciones complejas, nuestro cuerpo y mente tienden a buscar formas rápidas de aliviar la tensión, y el azúcar puede actuar como un alivio temporal.
El consumo de azúcar puede desencadenar la liberación de serotonina, un neurotransmisor relacionado con la sensación de bienestar y felicidad. Este mecanismo natural hace que, aunque puntual, la ingesta de algo dulce proporcione un momento de calma. En este sentido, los dulces no solo satisfacen una necesidad física, sino también una emocional, ayudándonos a sobrellevar periodos de incertidumbre y angustia.